jueves, 21 de marzo de 2013

DAME MÁS TELE: LA DÉCADA DE 'AQUÍ HAY TOMATE'

Dame más tele conmemora el décimo aniversario de 'Aquí hay tomate'


Hace unos días se cumplían diez años del estreno de 'Aquí hay tomate', un espacio que sin duda cambiaría la forma de hacer televisión en España. En plena burbuja de la información rosa, irrumpía en nuestras pantallas un programa que pretendía cubrir la franja de la sobremesa con contenidos del mundo del 'colorín' y al que muchos le auguraban un escaso éxito y una corta estancia en la parrilla televisiva. Pues bien, diez años después del advenimiento del 'Tomate', podemos decir que su aparición y su posterior desarrollo durante casi cinco años, constituyeron una auténtica revolución mediática, que no dejó indiferente a nadie y que influiría de manera fundamental en el devenir del medio audiovisual.

El carácter visionario, rompedor, ambicioso y sobre todo iconoclasta de 'Aquí hay tomate' le convirtió en nuevo referente a la hora entender la información del corazón y en general a la hora de presentar los contenidos de manera que el programa pudiera agarrar y no soltar al espectador desde el minuto uno y hasta el final de la emisión. Por un lado este programa rompió de una vez con todas con este tono acartonado, falsamente elegante y asquerósamente reverencial con el que infinitos espacios de la crónica social trataban todo lo relacionado con los personajes conocidos y populares de nuestro país. De manera inmediata 'El Tomate' se erigía como un nuevo soplo de aire fresco que por fin miraba a la cara del mundo del corazón, y se reía de él, haciendo partícipes a los espectadores en una comunión casi perfecta.

'Los famosos' no eran ya una casta de semi divinidades intocables a las que loar de manera constante por miedo a desatar su ira, o lo que era peor, su indiferencia. Ahora 'los famosos' eran personas de carne y hueso cuyas contradicciones, excentricidades, incoherencias, falsedades y todo tipo de miserias, eran retratadas de manera inmisericorde y con un afiladísimo sentido del humor. Y ello era gracias a un grupo de periodistas libres de una de las peores enfermedades que azotan a esta linda profesión: el amiguismo. La equidad a la hora de repartir palos y el aire de desenfado con el que se enfocaba el programa, hicieron de este oasis de genialidad, la bandera de la transgresión televisiva. Ellos entendieron de forma perfecta que no tomándose en serio ni a ellos mismos, tenían el cielo abierto para no tomarse en serio a nadie.  Tenían claro que corrían riesgos, que su apuesta podía pasarles factura, que podían cometer errores, pero también tenían claro que era mejor pedir perdón que pedir permiso.

Por otro lado 'Aquí hay tomate' destrozó otro mito y demostró de manera brillante que para hacer periodismo rosa atrayente no era necesario tirar de chequera. Dos presentadores con chispa e inteligencia, un grupo de desvergonzados reporteros, una innovadora realización y unos guionistas descarados, bastaron para dejar patente que cuando se apuesta por el talento, la ambición y la insolencia, el dinero sobra. 'El tomate' no resulto sino al cristalización de que muchas veces menos es más, el ejemplo más palmario de que cuando se exprimen al máximo los recursos de los que se dispone, el éxito viene a buscarte y no al revés. Y el éxito llamo a su puerta, y llamó para quedarse hasta el final.

Desgraciadamente y como no podía de ser de otra manera, pronto emergieron aquellos amantes de la censura queriendo derribar este idílico castillo en el aire. Este grupo de soñadores que formaban 'Aquí hay tomate' y que simplemente quisieron poner el listón demasiado alto, tuvieron que sufrir constantes ataques de esos eternos fariseos, guardianes de lo 'políticamente correcto', fascistas de la moral, obsesos de la primera piedra. Como siempre la reacción venció a la utopía, la envidia devoró al talento. Finalmente nos despertamos súbitamente de este sueño un frío 1 de Febrero de 2008, un día que los admiramos el inconformismo y la diferencia, recordaremos con tristeza, pero también con la satisfacción y la esperanza de que en ese final había un principio, por que éramos plenamente conscientes de que después de 'Aquí hay tomate....., ya nada sería igual.



jueves, 7 de marzo de 2013

DAME MÁS TELE: HASTA SIEMPRE DON PABLO

Dame más tele rinde homenaje a Pepe Sancho a través de uno de sus personajes más recordados


Pelo canoso, elegante traje siempre impoluto, fino bigote de tintes fascistoides, voz penetrante, aire de superioridad y seguridad en si mismo y una media sonrisa que cautivaba y helaba la sangre a partes iguales. Ese era Don Pablo Ramírez Sañudo, la eterna némesis de Antonio Alcántara, el reflejo de ese tardofranquismo que tan bien se dibujaba en 'Cuéntame cómo pasó', sin duda una de las mejores y más longevas series españolas de los últimos viente años. Aunque hacía tiempo que el inimitable y polífacético empresario no rondaba por el barrio de San Genaro, el pasado domingo nos dijo adiós para siempre este 'malo' entrañable que anidara en el recuerdo de los millones de espectadores que con devoción de beata, seguimos las andanzas de los Alcántara.

Y es que Don Pablo era de esos personajes que conseguían algo que pocos, muy pocos han logrado conseguir. Al igual que unos años antes lo hiciera el también recientemente desaparecido 'J.R', este empresario de artes gráficas, fallido constructor, siempre emprendedor y en general superviviente, logró resultar detestable y a la vez simpático a los ojos de una audiencia que nunca dejó de sentir empatía con ese 'cabrón con gracia'. Nuestro protagonista era capaz de desplegar todo tipo de comportamientos más que censurables pero siempre exhibiendo un estilo y una actitud, que encandilaban al ojo del observador, haciendo que en cierto modo sus maldades terminaran difuminándose. Podía acabar de hacerle a Antonio la mayor faena del mundo, que justo antes de abandonar la escena, con un "No me trates de usted no Antoñito, de tú Antoñito, de tú....", nos robaba el corazón.

Cierto es que en su día no tuvo reparo alguno en hacer del bueno Alcántara cabeza de turco de su sonado escándalo inmobiliario. Pero cierta es también ya su emblemática aparición con dos millones de pesetas que salvaban a última hora a su eterno escudero de pasar una larga temporada a la sombra. Y es que Don Pablo era así, un ser contradictorio en el cual se unían una falta de escrúpulos compensada con un sentido del honor que ha quedado tristemente anticuado con el paso de las décadas. Era ese quijotesco caballero español el que de vez en cuando se imponía al tahúr de cartas marcadas, haciendo aflorar en si un profundo sentido de la justicia en los momentos más críticos, que era cuando nuestro protagonista lograba siempre redimirse. No en vano fue ese afán bondadoso y justiciero el que le valió ganarse con el paso de los años y a pesar de los pesares, la eterna amistad de Antonio, su otra cara de la moneda, la encarnación de la honradez y la virtud. Semejante aval dignifica la figura de este hombre que podía ser flexible en su moral y su ética y a la vez rígido en su orgullo e integridad cuando se trataba de demostrar que tenía alma de héroe.

Nos deja un personaje que amo la vida y la exprimió hasta los últimos instantes, que supo pasearse por ella sin dejar a nadie indiferente. Fue la encarnación de la eterna paradoja que impregna a aquellos que sin ser buenos no resultan antipáticos y que no siendo intrínsecamente malos regalan geniales destellos de altruismo cuando menos te lo esperas. Ese era Don Pablo, un 'gentleman' de patibulario, un jugador de ventaja compasivo, un ladrón con conciencia, un sátrapa con corazón, un cobarde, un valiente, un verdugo, un amigo. Vete tranquilo viejo amigo, ya eres parte de uno de nuestros grandes tesoros: nuestra memoria, nuestro recuerdo de momentos entrañables frente al televisor en los que siempre tendrá lugar especial el impasible ademán de Don Pablo Ramirez Sañudo, alférez provisional del glorioso ejército español.

(D.E.P Pepe Sancho)